Anoche, conversando sobre la rabia -una emoción especialmente difícil para mí desde la infancia- recordamos juntas el cuento de los dos lobos:
Narra la leyenda que un abuelo de la tribu cherokee, cada día, al atardecer, encendía una gran hoguera y llamaba a su nieto para conversar.
Una tarde, el nieto notó que su abuelo parecía nervioso, estaba inquieto... El pequeño, con una voz titubeante, le preguntó a su querido abuelo:
–Abuelo, ¿qué te pasa? ¿Te encuentras bien? Pareces enfadado…
Y el abuelo respondió:
–Algo dentro de mí está sucediendo. Siento como si dos lobos estuvieran peleando en mi corazón. Uno de ellos es un lobo violento, lleno de rabia, vengativo, cargado de envidia... El otro lobo es noble, bueno, compasivo, generoso, está repleto de cariño y de amor.
Su nieto parecía no entender nada hasta que después de un largo silencio, le preguntó:
– Abuelo, ¿y quién ganará la batalla?
El abuelo contestó:
– Aquel al que yo alimente.
Mi intención era explicarle a Jana (y recordarme) que hay situaciones que no vamos a saber enfrentar (y está bien). Es parte del aprendizaje. ¿Vamos a cometer errores? Muchos. Ahora, cada uno de nuestros errores debe servirnos para aprender y crecer.
El lobo bueno siempre va a estar ahí, deseando que lo alimentemos. El lobo malo, también. La decisión de en cuál invertimos más tiempo y energía, es exclusivamente nuestra (aunque tendemos a buscar culpables).
Hay días en los que no vamos a entender nada de lo que sucede a nuestro alrededor... Pero yo quiero seguir creyendo que el motor del mundo es el amor y la bondad, la única asignatura en la que me interesa que saquemos buena nota.
Seguiremos nadando a contracorriente. Más se nos fortalecerá el corazón.
Gracias, Jana 🌿
P.D. Ojalá un/a abuel@ que me hubiese contado cuentos… A los abuel@s, mamás, papás y maestr@s del mundo, menos corregir la infancia, y más cuentos bien acurrucaditos (aunque sea tarde y mañana tengamos que madrugar).
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