Todo cuanto tiene vida se manifiesta a través del movimiento, una condición intrínseca e inseparable de la mayoría de los seres vivos.
En el caso concreto del ser humano, sabemos que a medida que crecemos, adquirimos mayor autonomía; un acontecimiento en la etapa de nuestra niñez que nos permite establecer una nueva relación con el ambiente que nos rodea. Se nos brinda así el orden espacial.
Desde los primeros meses de vida el bebé comienza a interiorizar términos como la profundidad, la altura, la distancia, el adelante, el atrás, el arriba, el abajo, la derecha, la izquierda… En su interacción con el ambiente, el niño adquiere la percepción de su propio cuerpo posicionado en el espacio, un elemento que influirá en la definición de su personalidad.
Y es que la motricidad satisface dos funciones en la relación del pequeño con el entorno que le rodea: la primera hace posible la comunicación entre los seres humanos a través de los movimientos expresivos como son los gestos y posturas que acompañan a la comunicación verbal. La segunda, permite los desplazamientos del propio cuerpo en el espacio y la manipulación de los objetos.
Como comentaba en el post del set de experimentación con agua y arena disponible en Jugaia, ofrecerle la posibilidad de moverse libremente representa el acceso a la fuente principal de conocimiento: su propio cuerpo y, a través de él, al mundo que le rodea.
Para que el niño pueda orientarse necesita aprender a modelar sus propios gestos en relación con los objetos y con los sujetos. En los primeros años de vida, el pequeño precisa de una gran actividad muscular; las restricciones físicas, por tanto, pueden suponer verdaderas frustraciones para su desarrollo, tal y como explica Dorothy Corkille Briggs, educadora y psicóloga escolar, autora de El niño feliz. Su clave psicológica.
Como he comentado en post anteriores, ofreciéndoles materiales de calidad a nuestros hijos en el momento preciso y atendiendo a sus intereses, les damos la oportunidad de descubrir las cualidades de los diferentes objetos que examinan, favorecemos su desarrollo psicomotor y promovemos el entrenamiento de la concentración, la memoria o la focalización de la atención.
En este sentido y desde que mi pequeña Jana comenzó a gatear, el conjunto de seis pelotas táctiles grandes de la juguetería Jugaia ha sido uno de los juguetes por los que ha mostrado mayor interés. Con diámetros de entre 10 y 13 centímetros, el set de pelotas sensoriales con texturas y maneras de botar diferentes es un juguete perfecto para que nuestros hijos comiencen a adquirir mayor autonomía.
Como tienen relieves especiales, el bote no es muy pronunciado; de esta manera evitamos que se alejen demasiado de la zona de juego. Este hecho las convierte en una herramienta de juego ideal para los bebés que empiezan a gatear o hace relativamente poco tiempo que caminan. Además flotan en el agua, con lo que son un elemento perfecto también para piscinas o bañeras.
Disponible en seis colores (blanca, amarilla, verde, rosa, azul y naranja) y con relieves, surcos, hendiduras gruesas, finas y hasta cráteres simulando La Luna, es un juguete que por su calidad y versatilidad, además de permitirles jugar tanto solos como en grupo, favorece el desarrollo motor del niño y potencia el desarrollo cognitivo y sensorial. Ha sido nuestro juguete estrella del verano.
En todas y cada una de las actividades que nos propongamos realizar con niños, se recomienda que la actitud del adulto a cargo de su cuidado sea la de observar y proveerle, conforme a su nivel de desarrollo, de cuantos elementos precise para su evolución. No es tarea nuestra enseñar al niño a realizar ningún movimiento en particular.
Si un niño se siente seguro y libre de tomar la iniciativa desde los primeros meses de vida, aprenderá por su cuenta, descubrirá con placer su capacidad de actuar y transformar el mundo que le rodea, desarrollará la atención, la autonomía, la voluntad, la satisfacción y la confianza en sus fuerzas autoconstructivas.
Tal y como demostró la doctora Emmi Pikler, autora del libro Moverse en Libertad. Desarrollo de la Motricidad Global: el niño que aprende a hacer algo solo, se interesa por las cosas, prueba, experimenta y supera las dificultades, “llega a conocer el placer y la satisfacción que surgen del éxito, que fue resultado de su paciencia y persistencia “.
De nuevo el niño nos demuestra que es él su propio maestro. Y ahora ¡feliz juego!
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También te puede interesar nuestra experiencia con el set de experimentación con agua y arena de la juguetería Jugaia disponible en el siguiente enlace o la importancia del ambiente preparado y la actitud del adulto a cargo del cuidado del niño que puedes consultar en el siguiente link ¡Gracias por leerme y hasta el próximo post!
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