Hay muchísimas herramientas y dinámicas para introducir a nuestros pequeños y pequeñas en la lectura. Ahora, mi favorita desde que nacen es el afecto, la ternura, el amor, acompañando estos momentos de besos y caricias. ¿Cuál es el mejor lugar del mundo para hacer a un niño lector? Los brazos de mamá, papá, tío, abuelo, abuela… Porque lo que se aprende desde el amor, se interioriza para siempre.
Niños y niñas son especialmente sensibles a la belleza, la poesía, el ritmo... En los cursos de Introducción a la Pedagogía Montessori, a menudo me preguntan: ¿Cuándo podemos comenzar a leerles? Para la lectura no existe un "demasiado pronto". Leer da sueños. Ya en el vientre materno, luego en nuestros brazos -y así- a medida que crecen, y de manera completamente natural, los libros formarán parte de su cotidianidad, su juego y en definitiva, su vida. Entre gateo y gateo podrán acercarse a ellos, cogerlos, observarlos...
La lectura se inicia con la escucha y el momento idóneo es cuando a ambos nos apetezca. En la actualidad, somos muchas las familias que utilizamos los libros para ayudar a nuestros hijos e hijas a conciliar el sueño. Una bonita historia, narrada por mamá o papá, ejerce un efecto calmante y es un excelente broche a un día lleno de rutinas y actividades. Incluso es relajante para nosotros, los narradores.
Pero no debemos reservar la lectura solo para este momento tan especial de nuestra jornada; la lectura debe estar presente a lo largo del día, también para estimular y acompañar a nuestros pequeños en el aprendizaje -por ejemplo- para la adquisición de vocabulario y el desarrollo del lenguaje, que describimos en la sección Aprendizaje y Pedagogía del blog de Jugaia con el que colaboramos desde earlychildfood.com
Si queremos que nuestros hijos e hijas se apasionen por los libros, la lectura debe estar también presente en los momentos de actividad, y es importante en este sentido atender a su estado físico y emocional; observa que no estén cansados y se muestren receptivos para la escucha y el aprendizaje.
Resulta fascinante comprobar cómo, a través de los cuentos, pueden mostrarnos las cosas que les gustan, expresar sus emociones y sentimientos… Y es importante tener un espacio en nuestro hogar destinado a este fin, en el que también nos observen leer.
Recordemos que en la crianza, la palabra, convence, pero el ejemplo, arrastra. Nuestros hijos no aprenden lo que les decimos, nos aprenden a nosotros. Son -como describe la prestigiosa pedagoga Mar Romera- nuestro eco más perfecto.
¿Y qué podemos hacer si no muestran interés por los cuentos? ¡Tranquilidad! Es un hábito que tenemos que cultivar. Debemos prestar especial atención a las señales y escucharles… Sabemos que un bebé en plena explosión del movimiento, no va a permanecer quieto hasta el final de la narración. En este sentido, la creatividad es un gran recurso. Por ejemplo, podemos jugar a representar las historias, utilizar objetos de la vida cotidiana que guarden relación con ellas, cambiar la entonación, repetir alguna frase o buscar el contacto visual... Todas ellas, son herramientas que pueden servirnos de ayuda para reconectar.
A veces serán ellos los que con sus reacciones de alegría o asombro, nos den incluso pistas para hacer más o menos énfasis en un sonido o rima. En muchos casos, fijarán su atención en detalles que, para nosotros, pueden pasar desapercibidos. Por ejemplo, en las propias ilustraciones que dan vida a los personajes. Por eso también es recomendable que niñas y niños tengan los libros a mano.
No debemos olvidar que antes que el cuento, el niño es el protagonista de este momento especial; si se retira, podemos continuar la historia hasta el final, pero no debemos obligarle a que se mantenga inmóvil o escuche con atención. Nos oye... Y las que tenemos hijos un poquito más mayores, lo sabemos. ¿No te ha sucedido que a veces mantienes una conversación en casa con otra persona mientras tu peque juega, y es él o ella quien te recuerda esa conversación -o incluso- participa en ella? Pues con los cuentos sucede igual.
Los libros son una excelente herramienta para que nuestros hijos interioricen el hábito de la escucha activa, de la espera, y sepan que las cosas empiezan y terminan. Si cuando ellos dejan (aparentemente) de prestarnos atención, nosotros cerramos el libro, no le estamos dando el tiempo que quizás necesitan para regresar a nuestro regazo y continuar la lectura. Nuestra actitud debe ser de calma y disfrute para que desde ahí, podamos transmitírselo a ellos.
¿Hay alguna recomendación concreta sobre el tiempo? ¿Empezar con pocos minutos e ir incrementando progresivamente es adecuado? Mi experiencia me ha llevado a la conclusión de que el propio cuento y nuestro hijo nos van enseñando (como absolutamente todo en la maternidad).
Tenemos multitud de obras adaptadas por edades, y se aconseja, al igual que con los materiales y juguetes, no adelantar etapas.
Si les leemos historias de edades más avanzadas, podemos encontrarnos con dificultades a la hora de captar su atención y pueden terminar aburriéndose. Sí debo confesarles que esta recomendación nunca la he seguido al pie de la letra. Para mí, las buenas historias no tienen edad. Siempre podemos escoger un pequeño fragmento o seleccionar varias páginas de una historia más larga y en otro ratito continuarla, recordando con preguntas lo que hemos avanzado hasta ahora (dependerá mucho de la etapa evolutiva de nuestra pequeña o pequeño). Los protagonistas somos nosotros (el niño y el adulto que acompaña, aquí y ahora).
¿Cuáles son los mejores libros para comenzar? Afortunadamente contamos en la actualidad con un sinfín de títulos que cuidan y están pensados para el bebé. Aquellos en los que predominan la rima, el ritmo, la repetición, las onomatopeyas, la musicalidad, como los títulos de la colección de la cuna a la luna de la editorial Kalandraka, o pequeña y grande de Alba Editorial.
En nuestro perfil de Instagram puedes seguir todas las recomendaciones que hacemos a través de nuestros #lunesdecuento. Te invitamos a seguir esta sección tan especial aquí.
"Solo como la mejor comida, aunque en pequeñas cantidades; solo leo los libros más originales y profundos; paso el tiempo en los espacios más luminosos e inspiradores y visito los lugares más fascinantes [...] solo me rodeo de seres humanos que estimulen mi alegría, me den paz y me animen a ser una persona mejor. La vida es demasiado valiosa como para malgastarla [...] Tu entorno moldea realmente aquello que percibes, haces y te inspira. El arte alimenta mi alma. Los buenos libros blindan mi esperanza. Las conversaciones profundas aumentan mi creatividad. La música deliciosa eleva mi corazón. Las vistas hermosas fortalecen mi espíritu [...]. Y esta es la única filosofía que quiero que me domine". Con esta cita tan especial del escritor Robin Sharma me despido hasta el próximo post ¡Gracias por leerme!
Para más información, estoy siempre a vuestra disposición en carla@earlychildfood.com ¡Nos vemos en el próximo post!
Con cariño,
Carla
Periodista
Guía Montessori
Educadora certificada en Disciplina Positiva
Fundadora de earlychildfood.com
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